Opiniones

Entrevista a Juan Vicente Ugarte del Pino

Carlos Jara Cuevas y Carlos V.J.R.

Analista de política internacional especial para Gaceta Ucayalina 

Londres 16/11/2023

Artículo reproducido para gaceta ucayalina especial homenaje y recuerdo del recopilador y alumno del maestro juan Vicente Ugarte del pino. 

“LA HISTORIA DEL PERÚ HA SIDO TRAICIONADA” 

Por: Johnson Centeno (*)

Si no hubiera sido por un retiro espiritual del Colegio Champagnat, el hoy jurista e historiador Juan Vicente Ugarte del Pino probablemente se hubiera hecho marino, gracias a la influencia de su abuelo, un militar en la época de la guerra con Chile y perseguido por Piérola. “Las injusticias con las que luchaba mi padre en los tribunales, defendiendo a perseguidos políticos durante el gobierno de Sánchez Cerro, me hicieron reflexionar en aquél retiro, y aposté también por ser abogado”, cuenta a sus más de 80 años, con la lucidez y vitalidad propia de un viejo lobo de mar. Llegó a Trujillo para recibir un discreto homenaje entre amigos, historiadores y abogados, cuyo punto central fue la publicación de su tesis del año 1945: “Juan de Ovando y la recopilación de Leyes de Indias”, auspiciado por el Instituto de Derecho Indiano y Estudios Clásicos. Me dan 40 minutos para una entrevista con él. Es una cita con el memorioso, el historiador y el abogado, aunque no precisamente en ese orden. 

—Dr. Ugarte del Pino, permítame iniciar esta conversación con una invitación al pasado ¿Qué recuerdos puede compartirnos de su primer día de clases, como alumno de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de  San Marcos?

—Bueno, recuerdos que van de la sorpresa al temor. Me refiero, por ejemplo, al profesor José Jiménez Borja, que enseñaba el curso de Elocución y composición castellana, y que gustaba hacernos unas preguntas que rompían todo el esquema retórico de la gramática aprendida en el colegio. Recuerdo que nos tomaba su famoso “percentil ortográfico”, y la mayoría terminaba descalificado

— ¿Cómo le fue en ese curso?

—Reconozco que tenía algunos errores en la dicción y en la escritura, y a veces este profesor se ensañaba un poco conmigo, de ahí que a veces me sentía un poco perturbado. Una vez escribí “cebiche” con “v”, y él dijo en clase: “Aquí hay un limeñito que escribe “cebiche” con “v”; pero ustedes saben que “cebiche” viene de “cebolla”, y por tanto no se puede escribir “cebolla” con “v” (risas). A pesar de todo fueron épocas inolvidables.

— ¿Cómo era entonces el país?

—Bueno, yo entro a la universidad a los 17 años, el año 1941, durante el primer gobierno de Manuel Prado. Salíamos de una larga dictadura e iban a sucederse una serie de regímenes de igual talante y breves democracias incipientes. Vino Bustamante y Rivero, el golpe de Odría –que había sido su ministro-, etc. De manera que mi niñez transcurre entre convulsiones sociales: golpes, extradiciones, tribunales de sanción, cacería de brujas, etc.

— ¿Por qué la historia de nuestro país está escrita llena de frustraciones, desesperanzas, proyectos no realizados?

—Mira, yo pienso que la historia del Perú, desde la independencia sobre todo, ha sido traicionada. Nos han enseñado una historia al revés: con omisiones, con ocultamientos, para justificar una serie de hechos ajenos a nuestro devenir. Si Ud. revisa, por ejemplo, la compilación histórica que se publicó una vez por el aniversario de la independencia (en más de cincuenta tomos) hay omisiones importantísimas de parte de historiadores consagrados.

¿Omisiones adrede?, ¿con qué objeto?

—Para no lastimar a figuras consagradas. Se ocultan cartas, declaraciones, etc., que están impresas, algunas, pero están publicadas en Venezuela o en La Habana.

— ¿Por ejemplo?

— Las obras completas de Bolívar de Vicente Lecuna, donde están todas las arengas de Bolívar contra el Perú ¡Imagínese! Los peruanos deberían conocerlo, pero nadie sabe que existen. También en nuestras relaciones con España hay una serie de “factores extraños” que nunca se han revisado. Lo mismo pasa con el asunto de la guerra con Chile: las figuras consagradas son Iglesias y Piérola, en cambio Cáceres es una figura tambaleante, y dicen que su gobierno fue desastroso. Pero no destacan que Iglesias y Piérola ya conspiraban desde antes de la guerra. Si uno revisa la correspondencia observa que el Perú fue a la guerra desarmado: Piérola, cuando era ministro de Balta, se va oponiendo a que el Perú se arme; y cuando Bolognesi es enviado por Pardo a Europa para comprar armamento, Piérola lo hace volver y lo trata de “viejo cretino”. Hay una evidente enemistad entre ambos personajes. Cuando se produce la guerra, y Bolognesi está en Arica resistiendo y pide que Leyva vaya a prestarle ayuda, Piérola da la orden de que Leyva vuelva a Arequipa; y otras cosas más que se desconocen.

¿Qué personaje de la historia peruana le apasiona?

— (Piensa). Me gusta estudiar a Cáceres, en la época de la República. En la época del Virreynato me gustan todos los del Siglo XVI al XVII, sobre todo en el campo del Derecho: León Pinelo, Solórzano y Pereyra, y desde luego, Francisco García Calderón. 

Viniendo ahora a los años actuales ¿cómo calificaría la última década que hemos pasado?

— Deprimente, sin ilusiones. Una década muy triste

— ¿Fujimori se parecía mucho a Leguía?

— Sí, mire, es una pregunta que nunca me había planteado. Leguía también hizo mucha obra y revaluó la moneda. Tuvo la misma suerte que Fujimori porque en la posguerra muchos productos peruanos se vendían muy bien en mercados europeos y americanos. Durante el gobierno de Fujimori también los metales han estado en alza, por eso ha podido hacer mucha obra, incluso el mismo Toledo ha sabido aprovechar esta ola de precios. Yo tengo la ilusión de que este nuevo gobierno aprista sabrá conducir al país a un mejor futuro.

— ¿Confía Ud. en Alan García?

— Yo sí. Yo confío porque a Alan García le echan la culpa del desastre económico, pero él no lo creó: él lo heredó.

— ¿No diría que fue un mal gobernante?

— Cometió el error de proponer el 10% para el pago de la deuda, y la intentona de la estatización de la banca. Pero en realidad no fue un mal gobernante, lo que ocurrió es que quizá no tuvo en ese momento buenos asesores económicos que le dijeran “no digas lo del diezmo”, “no estatices la banca porque ya fracasó en España, en México, en todos lados”. En cambio ahora veo que es más abierto, y se está rodeando de gente como Hernando de Soto, que es una mente que le puede prevenir ante cualquier coyuntura. También se le están infiltrando malos elementos, pero ya se dará cuenta él en el camino.

— El gobierno de Toledo: ¿Un pie de página en nuestra historia, como algunos han afirmado?

— Sí, y es un término muy generoso. Para mí ha sido un gobierno nefasto porque quebró la moral pública, y sobre todo por la presencia de su mujer y de malos elementos hebraicos. Yo no soy abiertamente enemigo de los judíos, pero sí de los malos judíos. Cristo fue judío, pero también hubo un Judas ¿no?

— Malas influencias, ¿no?..

— Este hombre trajo lo peor de la judería.

— ¿Es verdad que Ud. estuvo vinculado en algún momento a Ollanta Humala durante la campaña?

—… ¿Y quién le ha dicho eso?

— ¿Es cierto?

— No, nunca. Lo que pasa es que yo tenía un amigo del colegio, Raúl “el cojo” Morey, un loretano muy cercano a él…

— ¿No tuvo Ud. simpatías con su nacionalismo?

— No, porque yo me di cuenta que Ollanta estaba rodeado de judíos, y de los peores judíos que ya estaban con Toledo: Lerner Ghitis, Isaac Mekler, presidente de la comunidad israelita; y entonces yo me preguntaba cómo puede ser nacionalista un tipo que está con los que han hecho negociados de helicópteros, etc…

— ¿Es Ud. Antisemita?

— No, pero sí reconozco que hay malos judíos, así como hay malos peruanos también. Yo sigo a Cristo, y un cristiano no pude ser antisemita, pero tampoco puedo taparme los ojos ante unos canallas. Yo odio a Judas, pero no a los judíos.

— He leído en Internet que lo han acusado de sinarquista…

— ¿A mí? ¡No!

— ¿Qué opina del sinarquismo?

— Es una tesis política, pero no le tengo simpatía. Ni siquiera me he tomado la molestia de estudiarlo. En Internet me han atacado mucho, y me tiene sin cuidado, pero ha sido sobre todo por mi fidelidad a España.

— ¿Qué significa eso?

— Significa tener sentido de identidad histórica. Yo estoy hablando en español, que es un idioma universal y el primer idioma del mundo.

— Sus artículos hablan siempre a favor de la conquista.

— Claro, piensa en lo que éramos antes de ella: no había ni siquiera escritura, ni lineal, ni jeroglífica, ni cuneiforme. ¿Qué datos tenemos de la vida diaria de los tiempos de Pachacútec o de Manco Cápac? Yo he sido alumno de Tello, y tengo una gran afición por la arqueología, pero yo pongo en duda incluso que los incas hicieron el Cusco. Debajo del templo de Pachacamac hay unas piedras de estilo cuzqueño, y Pachacamac tiene 3 mil a 4 mil años de antigüedad, pero los incas tienen mil o 1,500 años. Entonces ellos no hicieron el Cusco. Los incas ocuparon el Cusco, pero éste ya estaba hecho por una civilización desaparecida, y como no tuvimos escritura no podemos saber en definitiva lo que pasó.

— ¿Qué hubiera sido de nosotros si no llegaban los españoles?

— Hubiéramos seguido comiéndonos los unos a los otros, que es otra cosa que no se enseña en los colegios: en esa época había canibalismo. Todas esas máscaras y rostros enseñando los dientes son una expresión de la existencia de antropofagia. Otro tema es la no resistencia ante la presencia de los españoles, que fue fundamentalmente porque los indígenas cusqueños pensaban que Pizarro era un enviado de Dios, y que se estaba cumpliendo con una maldición del oráculo de Atahualpa. 

— ¿Qué interesante, pero nada de eso está escrito, maestro…? 

— Eso no se le enseña a ningún peruano, y yo voy a tener que publicarlo. Ya lo he dicho en algunas declaraciones y conferencias, y hasta ahora nadie se ha atrevido a refutarme porque es la verdad…

 

— Si Ud. pudiera corregir una parte de la historia ¿qué época revisaría? 

— Antes de morirme quisiera publicar la verdadera historia del Perú, sobre todo la de la República. 

— Háblenos un poco sobre este último libro ([1]) 

—Se trata de una publicación sobre Juan de Ovando, un desconocido jurista del Siglo XVI, que me apasionó en el primer año de Derecho en la San Marcos, desde que Jorge Basadre mencionó en clase su “Código Ovandino”, título que yo había visto una vez en la biblioteca de mi padre. Decidí que fuera mi trabajo de tesis, y desde entonces el tema me llevó a investigar más sobre las leyes indianas. 

Muy agradecido por estos minutos Dr. Ugarte. ¿Algún mensaje final para los lectores de esta revista?

— Para los jóvenes en particular: Que no se dejen manipular por esa “mano negra” que prohibe contradecir a los grandes diarios, la dominación mundial, y lo acusa a uno de sinarquista, de ultra derecha o reaccionario. Una vez le dijeron esto a Riva Agüero: “Que se calle ese conservador y reaccionario”, y él respondió: “conservador no, porque en el Perú no hay nada que conservar, todo está destruido; pero reaccionario sí porque hay mucho sobre lo que hay que reaccionar”.  Gracias

NOTAS:;Agradecemos al Dr. Víctor H. Chanduví Cornejo y a la Escuela de Postgrado- UPAO por las facilidades concedidas para esta entrevista.

[1] Juan de Ovando y la recopilación de Leyes de Indias. Homenaje al Dr. Juan Vicente Ugarte del Pino. Instituto de Derecho Indiano y Estudios Clásicos, Trujillo- 2006.


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