Por Cesar Ortiz Anderson
El intento fallido y absurdo del cierre del Congreso y de instaurar "Un gobierno de Excepción" de Pedro Castillo, se convirtió en la crónica de una muerte anunciada, parafraseando el título de la novela de García Márquez.
Tal como hemos visto, las principales instituciones tutelares del Estado, con mucha celeridad, se alejaron de tal despropósito.
En el transcurso de las horas todo transcurrió con aparente normalidad, viendo por los diversos medios de comunicación, la acertada reacción del Congreso de la República que vacó al malogrado dictador, lo que era evidente que pasaría como guion del desenlace.
Con la juramentación de la ahora Presidenta de la Republica Dina Boluarte, se cumple con el mandato de sucesión constitucional.
La Presidenta tiene ahora, el gran reto de pasar a la historia como la primera mujer en asumir tan magno cargo y realizar una gestión adecuada a la altura de la crisis política que vivimos no hay que perder tiempo y de inmediato sacar a los delincuentes e ineptos que la gestión Castillo colocó en la administración pública, cambio urgente o cierre de prefecturas y destitución inmediata de los congresistas comprados.
Finalmente, los hechos revelan que las oraciones de los peruanos cristianos sufrientes, fueron escuchadas, el milagro de lo ocurrido hoy, puso fin a la presidencia y al gobierno comunista ateo de Castillo, pero no es el final de la crisis política en el país.
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